“ EL LOGOS VS. LO ARCAICO EN LA PATRIA GRANDE ”
Por Alfredo Armando Aguirre
Hace poco tiempo, leyendo un libro de Juan Álvarez, de 1914, sobre temas americanos(El porvenir de las Razas en América”), recogí esta sentencia de Emerson: ”Solo podemos ver afuera lo que tenemos de adentro”. Vaya esto como anticipo de lo que sigue.
Por las latitudes y longitudes argentinas, estamos siendo personas que adscribimos al concepto de “Patria Grande”. El marbete pertenece a Manuel Ugarte, acuñado en la misma época del libro de Álvarez antes citado. En esa línea, la Doctrina Justicialista a la que adscribo, establece que: “Todos los americanos serán considerados compatriotas atentos a los altos ideales sanmartinianos”.
Por aquí parto, para hacer algún comentario en función del acontecer venezolano, no sobre los hechos mismos porque me parece irresponsable hacerlo sin suficiente conocimiento del terreno y de los personajes.
Días atrás, merced a esas sorpresas que no brinda la diversidad de la red, me encontré con una cronología generada desde Colombia, montada sobre la biografía de un militante libertario que se autodenominó como “Teofilo Panclasta”: En esa abundante cantera de información, uno colige, la turbulenta vida, de las arbitrarias fracciones en que se dividió formalmente este continente, sin tener en cuenta las fluencias vitales concretas de la mayoría de sus pobladores.
Uno podría comenzar a abordar esta problemática de nuestros días como un episodio mas de la conflictiva relación que se iniciara cuando los portadores del logos griego, en la variante católica hispánica, llegaran al “nuevo Mundo”, e iniciaran una traumática relación con lo arcaico insito en las civilizaciones precolombinas.
A partir de ese traumático encuentro, las sucesivas potencias hegemónicas vienen queriendo occidentalizar compulsivamente a las poblaciones nativas. En algunos lugares, esa “occidentalización”, incluyó directamente el exterminio físico.
Por motivaciones económicas, los “occidentalizadores”, incorporaron, esclavitud mediante, la cuota de “negritud”, que habría de sumarse al mestizaje que los blancos iniciarían traumáticamente con las mujeres aborígenes.
Y fue así como una mayoría de mestizos, mulatos, zambos y aborígenes, fueron animando la vida de estas tierras.
Entre fines del siglo XVIII, y principios del XIX, las minorías descendientes de los colonizadores españoles y portugueses, encabezaron los procesos de emancipación , pero siguieron aherrojando a las mayorías que antes comentábamos. Estas minorías devenidas en oligarquías, actualizaron la pretensión de “occidentalizar” compulsivamente a las mayorías y para ello erigieron en las grandes ciudades remedos de lo que iba aconteciendo en algunos países de Europa y en las colonias inglesas emancipadas de Norteamérica.
Estas nuevas oligarquías, se habrían de identificar con la consigna “Civilización y Barbarie”, titulo de un folleto que escribiera Sarmiento durante su exilio en Chile. Obviamente la “Civilización” serian ellos y la “Barbarie” esas mayorías, que lo “único que tenían de humano eran su sangre”. Sarmiento cuarenta años después de su libelo, insistiría: ”Seamos Estados Unidos”.
Los “civilizadores”, persuadidos de la incapacidad de las mayorías para el “progreso”, prohijaron las migraciones masivas hacia estas tierras. Claro que tenían sus pretensiones: querían traer anglosajones y alemanes, y en lo posible protestantes. Pero estos vinieron en minorías. Pero lo que vino y bajó “de los barcos" fueron en su mayoría italianos y españoles, la mayoría católicos, pero también vinieron minorías que no lo eran, sino que traían consigo los idearios socialistas y anarquistas, por los que en realidad habían sido corridos.
Hoy queda claro que los países europeos, se sacaron de encima a las minorías étnicas o políticas que les “molestaban”. Con eso vinieron personas de extracción popular y mentalidad arcaica, con lo cual mucho congeniaron con las mayorías miscegenadas.
No obstante eso las minorías “civilizadoras”, mediante sus esquemas educativos, “occidentalizaron" compulsivamente a los descendientes de estos nuevos pobladores y de algún modo, consiguieron los propósitos de occidentalización en esos descendientes, que se habrían de incorporar a las instituciones formales creadas por los descendientes de españoles y portugueses.
Así las cosas, a medida que el impacto de esas migraciones europeas se fue diluyendo(debe recordarse que no en todos los países fue igual), se fue perfilando un espectro cultural en cuyos polos se podría identificar por un lado: Las mayorías mestizas, aborígenes, negras, mulatas y zambas, empobrecidas y explotadas por añadidura. En el otro polo: las minorías conformados por las oligarquías criollas y los descendientes de los venidos del os barcos, que se apoderaron de los aparatos formales, públicos y privados, se abroquelaron en las grandes ciudades y dieron gran importancia a las universidades.
Paradójicamente, estas minorías importados todas las variantes de occidentalización (liberalismo, socialismos, nazi fascismos. cristianismos, escuelas psicológicas), y vienen luchando, con picos de violencia incluidos,”intraoccidentalmente”.Es mas algunos representes de estas minorías siempre se han abrogado el titulo de “vanguardia” de aquellas mayorías multiétnicas que algunos han caracterizado por el silencio, la negación y la fagocitacion.
Lo concreto, es que las agonísticas de las minorías “intraoccidentales”, terminan a la postre perjudicando a la mayorías, que basan su cotidianidad en lo arcaico, en el mero “estar nomás”.
Y es desde esta perspectiva, que leo lo que pasa en “nuestra América”. En Buenos Aires, en Caracas, en Lima, en San Pablo.
Claro que nos llegó la globalización o mundialización. Y como viene sucediendo desde 1492, los problemas de las potencias hegemónicas se proyectan en nuestras geografías.
En esta ocasión, como en otras- no somos originales- apostamos a conjugar los continentes de la democracia representativa y republicana con los contenidos del pensamiento indígena - afro y popular. Las contradicciones son evidentes, pero yo apuesto por su absorción, y aunque la historia “occidental” me sugiera que en última instancia, la misma es resuelta “por un pelotón de soldados”, prefiero las actitudes gandhianas de la no violencia y la resistencia pasiva, sostenido en la creencia que la cosa pasa por lo cultural, creencias religiosas incluidas.
Esto lo aprendí de mi maestro el general Perón, que en circunstancias muy parecidas a las que paso días atrás Chávez, dijo: “No se vence con violencia: se vence con inteligencia y organización”. El también nos enseñó a sus seguidores que todo Imperio tiene un destino inexorable: el de sucumbir, mientras que los pueblos”lo mejor que tenemos en estas tierras”, cuando se deciden a la lucha “suelen ser invencibles”.
Buenos aires, 16 de Abril de 2002