Revista Mundo Amateur Nº 119

Febrero 1999

¿EL ALTO RENDIMIENTO DIGNIFICA?

Por Alfredo Armando Aguirre

Denomínese a la corriente situación de la humanidad, "globalización", "mundialización" o " universalismo", lo ciertos es que los veloces y traumáticos cambios de situación, sugieren la reconsideración de todo el quehacer humano. El deporte, en tanto juego sujeto a reglas, no puede soslayar este desafío.

En Argentina, contamos con un bagaje conceptual, que consideramos se revaloriza en las presente circunstancias. Ese bagaje es el aportado tanto por concepciones, como por algunas realizaciones del Justicialismo.

A esta altura del devenir argentino, no se puede negar la inescindibilidad del justicialismo en la cultura argentina. No es toda la cultura, pero es un ingrediente substantivo.

Considerado el deporte" como escuela de vida" , para un movimiento que trasciende largamente lo político y que se autodefine como : "Una nueva filosofía de la vida, simple, practica, popular, profundamente humana y profundamente cristiana", es nuestra opinión, que dicha vinculación entre "nueva filosofía de la vida" y "escuela de vida", o viceversa, da lugar a sugerentes interpretaciones.

Allá, por 1948, en los considerandos de un Decreto del Presidente Perón, que estableció el examen médico predeportivo obligatorio, se expresaba que "el fin del deporte, es la prevención de la salud y no la formación de campeones " .

En el Capitulo pertinente del Segundo Plan Quinquenal, se establecía que el deporte tenia como objetivo: “Elevar el bienestar y la cultura general del Pueblo y desarrollar los sentimientos de solidaridad social, sana emulación y patriotismo".

Y en el profético “Mensaje a los gobiernos y pueblos del mundo", emitido por el general Perón, en Febrero de 1972, se incluía el siguiente concepto: "la educación y el sano esparcimiento deben reemplazar al consumo de bienes superfluos" .

Claro, que entre el momento que se enunciaron esos conceptos (e incluso se llegaron a plasmar), el mundo fue cambiando y gran parte de esos cambios, sucedieron en la Argentina en medio de las alteraciones al Estado de Derecho producidas entre Septiembre de 1955 y Diciembre de 1983.

Ello ha generado muchas distorsiones conceptuales en el mundo deportivo argentino, obviamente ellas se han incorporado a las actividades especificas.

Las actuales circunstancias, aparecen como una circunstancia propicia, para empezar a formular consideraciones, que apunten a una suerte de reingeniería de las decisiones en la materia.

Se esta comenzando a comprender, que con las decisiones públicas, no basta para producir cambios o para mantener situaciones preexistentes. La creencia que una norma general, podía producir cambios substantivos en algún sector de la realidad, se va debilitando.

Gana terreno la comprensión que hay varios niveles de decisión pública (Gobierno nacional, provincias, Municipios y Universidades), lo que coexisten en armonía y/o conflicto con las decisiones privadas de las asociaciones diversas y los individuos.

Esto supone que para inducir algún tipo de modificación o para mantener alguna situación, en algún sector de la realidad (en este caso el deportivo), hay que actuar tanto sobre las decisiones públicas como sobre las privadas.

La puesta en marcha de los Juegos Olímpicos modernos, loable empresa humanista, termino siendo absorbida por el deporte tal cual se había concebido y puesto en marcha en Inglaterra. Su propulsor Pierre de Coubertín, cayo en cuenta poco antes de morir, que su empresa se estaba prestando a tergiversaciones.

El récord, la marca, comenzó a perfilar un modelo deportivo, que fue ampliamente difundido, y al que fueron adhiriendo significativas partes del planeta, al punto de casi convertirse en un modelo hegemónico en medio de las manipulaciones políticas (recuérdese como uso Hitler y los países comunistas al deporte), se cristalizaron conceptos como el "alto rendimiento" y o el "deporte de excelencia".

En nuestro país, esto fue asimilado, en el contexto de la irregularidad institucional, que mas arriba señalamos, e ingentes recursos públicos y privados, viene siendo insumidos desde entonces para alimentar este "modelo" del “Deporte rendimiento". Y en esto pareciera no haber discrepancias entre sectores dispares en lo ideológico. Caso paradigmático: el entonces Centro de educación Física Numero Nº 1, luego Centro Deportivo Nacional, hoy devenido en Centro Nacional de Alto Rendimiento, acorde, a las pautas establecidas por un convenio que se realizará con Alemania Federal en 1971.

El Fondo Nacional del Deporte creado en 1968, ha venido alimentando, este modelo también.

La pista atlética de solado sintético es un emblema de esta corriente y es un valor que esta tan difundido, que los programas de Alto rendimiento, aprobados, presupuesto mediante, por el congreso de la Nación, le dan mas recursos al deporte rendimiento que al deporte social y incluso en el ultimo presupuesto habilitan recursos para la construcción de pistas de solado sintético, convencido de buena fe, que ello es un indicador de progreso deportivo.

Y nosotros, aunque reconozcamos que nuestra opinión sea minoritaria, pensamos que el derecho a la practica deportiva, esta por encima a la actitud del alto rendimiento.

Creemos que el deporte debe ser un componente de la política educativa y de la política social. Ello supone que al menos los recursos actualmente asignados al fomento deportivo, deben incluirse en los programas sociales y los programas educativos para los sectores carecientes.

Creemos en la primacía del Club sobre la estructura de las federaciones, actualmente monitoreadas por las centrales internacionales del Deporte.

Creemos que la escuela debe actuar en intima relación con el club.

Creemos que de acuerdo al principio de subsidiaridad el Municipio debe tener mas protagonismo que los programas provinciales y Nacionales y,

creemos, que clubes, escuela y municipio, deben optimizar los recursos afectados al fomento del deporte, la recreación y la educación física.

Y, básicamente creemos que las políticas públicas sectoriales de cualquier nivel, deben respetar puntillosamente las preferencias y las practicas deportivo- recreativas de la población o comarca.

Así lo venimos propugnando desde hace algún tiempo, porque tenemos fundadas dudas que el alto rendimiento dignifique. No creemos que el deporte de excelencia sea una Escuela de vida, ni que el desarrollo del talento deportivo, sea necesariamente un arquetipo humano a seguir.

Si un talento deportivo es una buena persona, hay que apoyarlo, si no lo es, no. Y ya hemos visto como la inconducta suele acompañar algunos casos de campeonismo.

Además lo que importa es que la practica sea masiva aunque descentralizada o desconcentrada. Y para ello es necesario el uso de tecnologías apropiadas. Y para que las tecnologías adecuadas o apropiadas sean debidamente difundidas, hay que trabajar mucho en el terreno de la actualización y el perfeccionamiento docente, así como de la dirigencia deportiva y el periodismo especializado.

En los tiempos que corren, el fenómeno de la sponsorización, debería asumir el patrocinio de los talentos deportivos. Los fondos públicos deberían direccionarse prioritariamente hacia el fomento de las actividades deportivo recreativas de la niñez y de la juventud careciente.

En lo que hace a los sectores que pueden acceder a esas practicas sin ayudas estatales, solo hacen falta algún incentivo en los medios de comunicación, para alentar a la ya probada vocación deportiva de nuestro país.

Como ya expresamos en una colaboración anterior por este medio, la Argentina y el mundo de este 1999, ni es igual a la argentina de 1943, de 1955, de 1973 o de 1983.

Es una buena oportunidad para, que quienes creemos que el deporte es "escuela de vida", comencemos a esbozar los trazos de una reingeniería pública y privada, que permita la "dignificación" de los argentinos a través del deporte y la recreación, mediante el empleo creativo y altamente descentralizado o desconcentrada de tecnologías adecuadas o apropiadas de muy bajo costo, respetando escrupulosamente la preferencias de la gentes sobre el particular..

(Buenos Aires, 18 de Febrero de 1999)