"PERSONALIDAD, CULTURA Y
SOCIEDAD": UN LIBRO DE SOROKIN DE 1947
(A modo de recensión)
Por Alfredo Armando Aguirre
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Cuando comencé mi carrera universitaria
de grado, allá por 1966(Este año 2009, se cumplirán cuarenta años de mi
graduación), el profesor de la materia Sociología, Fernando Cuevillas, nos dio
como bibliografía el libro de Pitirim Sorokin, "Personalidad Cultura y
Sociedad. Su Estructura y Su Dinámica. Sistema De Sociología General".
Las nociones de libertad; de
interacción, y de las opiniones de Max Weber y Marx, respecto del rol de la
Ética protestante, se incorporaron a mi bagaje conceptual desde entonces.
Hace alrededor de un año,
encontré y compré un ejemplar de ese libro en una librería de usados del
barrio Villa General Mitre, de Buenos Aires. Al poco tiempo comencé a leerlo,
pero como tiene mil ciento sesentaicuatro (1.164) páginas, detuve su lectura
para cuando tuviera el tiempo suficiente disponible.
Es así, que entre el 3 de agosto y el 22
del mismo mes del año en curso, estando de vacaciones, realicé una lectura
pormenorizada del mismo, y al sólo titulo de invitación a hacerlo también -si
es que alguien puede disponer del libro- vayan las líneas que siguen a modo de
recensión.
Las 1164 páginas; se desagregan en 48
capítulos; fraccionados en siete (7) partes, a saber: 1) La sociología: Su
objeto sus métodos y su desarrollo; 2) Sociología Estructural;3) Estructura del
universo social; 4) Diferenciaciones y estratificaciones sociales; 5)
Estructuras de los aspectos culturales y personal de universo
superorgánico; 6) Dinámica de los procesos sociales reiterativos, y 7) Dinámica
de los procesos culturales. Se identifica como: ISBN-10:
84-03-12019-2 y ISBN-13: 978-84-03-12019-8.
En sus inicios en autor sugiere que en
algún modo la obra es una suerte de compendio de sus anteriores obras:
"Social Mobility"(1927); "Contemporary Sociological
Theories"(1928); "Social and Cultural Dynamics"(1937-1941);
"Crisis of Our Age"(1941), y " Man and Society in
Calamity"(1942).
La edición española, que leí, es la
tercera de 1973, consignándose que hubo otras en 1960 y 1966, aunque surge
alguna duda, al mencionarse la primera edición en inglés de 1962.
Resulta casi una obviedad que en 1966,
no se contaba como en los días que corren con herramientas informáticas, como
los "motores de búsqueda". Así que para ganar en perspectiva, hice
uso de esa herramienta, tan pronto como en una nota del libro, el traductor
menciona que el libro fue publicado en 1947. Como se aprecia para el mundo
académico hispano parlante la obra presentaba una suerte de desfase
cronológico.
Adicionalmente, la profusa información
en ingles que hay sobre este autor en la Internet, nos permite comprender tanto
el origen ruso de su formación, como el hecho que el mismo vivió intensamente
en el plano intelectual prácticamente hasta su fallecimiento acaecido en
1968.
Parece trivial que consigne que a medida
que iba leyendo un libro, que al menos a esta altura de mi parábola vital me
resultó muy amena, caía en la cuenta que como se hacia al menos en mis épocas
universitarias, me habían sugerido leer no mas de tres capítulos de la obra.
Es sabido que todo el espectro de las
indistintamente denominadas ciencias de la cultura, ciencia del espíritu,
ciencias de la conducta, o Humanidades, están atravesadas por la polémica: Si
ningún producto humano se puede desideologizar totalmente, menos los de estas
asignaturas o "ciencias".
Ello, no me impide, sostener, que la que
comento es una obra en la que un autor pareciera querer coronar toda su
trayectoria y que leída con sentido crítico y confrontándolo con los
conocimientos previos del eventual lector, puede ser muy provechosa, porque
brinda un panorama muy amplio que supera los dos milenios de acontecer humano.
No me parece ocioso citar dos apotegmas:
Aquel de Emerson, que sostenía:"que tan sólo podemos ver afuera, lo que
tenemos adentro"; y el de Homans que sostenía que: "la filosofía de
un hombre se refleja en lo que él ve".
Escribo esto, porque por un lado, una
era nuestra manera de percibir allá por 1966, y otra la de los días que corren.
Por el otro, que habiendo leído por Internet, críticas a la producción
intelectual del autor, entiendo que las apreciaciones que formule sobre este
libro, serán obviamente pasibles de críticas similares.
Sin perjuicio de extenderme mas adelante
sobre el aprovechamiento que se puede hacer de una obra como esta a los 19 años
o después de los 60, me da la impresión, luego de una detenida lectura, que
esta obra es de suma utilidad para, digamos, armar un panorama de estas disciplinas,
tomándola como referencia para compararla o confrontarla con lecturas y
vivencias previas.
Convencido que aun la traducción mas
acabada, depotencia todo escrito, originalmente redactado en otro idioma, me da
la impresión que la traducción de esta obra al español, es muy amigable y
realizada por gente que no sólo manejaba bien la lengua de Cervantes, sino la
materia de que se trataba. Adicionalmente, y esto es una conclusión que
extraigo de mi experiencia en el trabajo intelectual, se me hace que el hecho
que el autor aunque escribió en ingles, pensaba en ruso, que era su lengua materna,
lo que facilitaba la traducción desde el inglés. Además consta que la versión
española fue hecha en paralelo con la original, aunque su publicación haya
demorado casi 13 años, con respecto a la primera edición en inglés
Cómo método el autor pasa a revista a
las distintas posiciones asumidas por distintos autores, en cada uno de los
ítems que trata; formula sus criticas o coincidencias, y remata con sus propias
conclusiones.
Ya en el título de la obra los conceptos
de "personalidad", de "cultura " y de "sociedad"-
facetas inseparables de los procesos socioculturales recurrentes del mundo
"superorgánico (diferenciándolo de los mundos "inorgánico y
"orgánico")- denotan la opción de Sorokin por la categorización
tripartita de todos los fenómenos.
En este punto- y aquí entran a
jugar las nociones de otro origen que fui incorporando a mi sistema conceptual,
luego de la primera lectura parcial de 1966 - me recordé a un casi contemporáneo
del autor, José Imbelloni, quien hiciera casi toda su trayectoria en Argentina,
habiéndose formado en su natal Italia. Imbelloni, preconizaba la manera
cuaternaria de categorización. Las diferencias entre las categorizaciones
ternarias y cuaternarias, tenían según Imbelloni, un carácter muy
determinante a la hora de hacer formulaciones intelectuales. No obstante
Sorokin, reconoce la existencia de esa manera de categorización, más opta por
la tripartita. A veces podría estimarse que la tripartición es forzada, a
través de subcategorías, pero creo que ello cabe para un análisis muy sutil,
que no es el que pretendo desarrollar.
Este tipo de clasificación se reitera en
todas sus formulaciones y culmina con los tres supersistemas socioculturales,
que presenta: el Ideacional, el sensorial y el idealista.
A sólo título de ejemplo diremos que se
consideraba ideacional, la cultura de la India y de China, así como la de la
Edad Media Europea; sensorial, era la cultura occidental a partir del siglo XVI
a la fecha; Y consideraba idealista (una especie de término medio entre ambas),
la acontecida en los siglos XIV y XV, donde pone como elocutor a Dante
Alighieri y no cita a Ramón Lull, omisión que nos llama la atención, pero que
no considero demérito alguno. Me llama la atención porque cita en varias
oportunidades a Nicolás de Cusa, y a Leibnitz, que dejaron explicito que se
remitían como influencias a la obra del mallorquín Lull.
En esta clasificación de supersistemas
reconoce una suerte de cuatripartición, al identificar una cuarta posición: la
ecléctica.
Respecto a los tres
"supersistemas" ideacional, sensitivo e idealista, a medida que
iba adentrándome en la lectura del texto completo, lo iba emparentando con el
empleo de esos conceptos por parte del tres veces presidente argentino Juan
Domingo Perón, particularmente en su Mensaje al Parlamento argentino, en la
mañana del 1ro de mayo de 1974.
La primera impresión que me dio al leer
esos conceptos en Sorokin, era que la fecha de la primera y segunda edición en
español, coincidía con la permanencia de Perón en su exilio de Madrid, ciudad
donde se habían producido esas dos ediciones. Luego hice memoria y recordé la
influencia intelectual que tuvo sobre la parte final de la vida de líder
argentino, Ángel Monti, autor del libro "Proyecto Nacional " de
1970", y funcionario con responsabilidades directas en lo que Perón
denomino "Modelo argentino para el Proyecto Nacional. Pese a que hace mas
de 20 años que no he vuelto a leer ese libro, el que por confesión del
autor llegó a las manos de Perón, por intermedio del controvertido periodista
Bernardo Neustad, se me hace que las ideas de Sorokin, llegaron a Perón ,por
intermedio de Monti, aunque me queda un sesgo de duda, entre otros motivos
porque en su ultima etapa Perón, que no era muy afecto a citar a autores; sí
citaba a Toynbee, uno de los autores muy citados por Sorokin, que resulta algo
indulgente en sus criticas a su obra de 1935 :"Study of
History",indulgencia que no tenia para con autores como el antropólogo
Broneslao Malinowksky.
Toynbee, junto con Spengler y Wilfredo
Pareto, son los autores mas citados, por Sorokin y reconociendo críticamente
sus aportes.
En el terreno de conjeturas (sujetas a
investigaciones para las que no tenemos tiempo disponible actualmente), hay un
parentesco muy cercano entre la Tercera Posición Justicialista y el
supersistema que Sorokin denomina "idealista". Y vale recordar que el
año de publicación del libro que comento coincide con el lanzamiento de la
llamada "Tercera Posición". Siempre en el terreno de las conjeturas
vale recordar que por esos años, el embajador argentino en Estados Unidos era
el doctor Oscar Ivanisevich, que retornaría al país al año siguiente para
desempeñar papeles protagónicos gubernamentales durante dos años influenciando
en la formulación de la que se conocería luego como "Doctrina
Justicialista".
Por lo sucintamente expuesto en los
párrafos precedentes, es que me quedan dudas sobre quien acercó a Perón los
contenidos de este libro, sin descartar que los puentes hayan sido previos a
los mencionados, sea por los cursos que Perón había realizado en Europa, sea
por su actividad intelectual en la ciudad de Mendoza. Todo ello se conjetura,
atento que si bien el libro que analizo no estaba aún publicado, sí lo estaban
los libros de Sorokin, de los cuales este a criterio de los presentadores de la
edición en español, el mismo constituye una suerte de compendio.
Atento al esquema formulado por Sorokin
no es de extrañar que el autor mas encomiado sea el italiano Juan Bautista
Vico. Considerado al citado Spengler, conocido por su libro
"Decadencia de Occidente", como un seguidor de Vico ; en ese sentido,
me llama la atención que, como en el caso de Lull, tampoco cite al español José
Donoso Cortes, que también me permito asociar con algunos desarrollos del libro
que estoy recensionando. No cita tampoco a Herman de Keyserling, muy leído en
la Argentina en su época, ya que este escribía cosas muy afines a las que
menciona Sorokin, pero debe consignarse que este publicista era muy
controvertido y cuestionado, sobre todo por sus actitudes condescendientes ante
el nazismo.
En el presente desarrollo, deliberadamente
me expreso recursivamente, atento la magnitud física del libra bajo
análisis.
A mero titulo de muestra de lo que se
puede inferir de la lectura realizada, y dejando explicito, que cada uno
infiere desde sus personales códigos de interpretación al momento de la misma,
me impactó la manera como Sorokin deja claro en cuanto condiciona la sociedad y
la cultura, y aun el factor biológico hereditario a cada personalidad
específica, reconociéndole un escaso margen de maniobra propio en lo que hace a
los comportamientos selectivos, organizativos y creativos. Deja a salvo a las
personalidades excepcionales, y ello resulta congruente con la aclaración que
hace a lo largo de la obra, en el sentido que la Sociología, tan cual como la
concebía el autor, era una "ciencia generalizadora de los procesos
socioculturales recurrentes", sin desconocer a las actitudes únicas o
irrepetibles, para las que asigna competencia a la ciencia histórica, y donde a
mi juicio, encuadraría a las personalidades descollantes. En una obra posterior
que leí del mismo autor, se percibe que el mismo, entendía que los cambios
sostenibles en el acontecer humano, eran la resultante del entrecruzamiento de
los comportamientos de todas las personas, por sobre la acción de los héroes
como sostenía Carlyle; de las elites como sostenía Vilfredo Pareto, o aun la
de los genios y los artistas, como pensaba Alfred Adler.
Señalaba al principio, que a poco de
comenzar la lectura y en búsqueda de información que agregara valor a la misma,
acudí a la información disponible en la Red, mediante el empleo de un
"motor de búsqueda".
En la red hay abundante información en inglés,
comenzando por sus datos biográficos. Así Pitirim Alexandrovitch Sorokin, era
de origen ruso .Nació en Turia, cerca de Siktivkar, en 1889, y toda la
parte de su parábola vital lo que comporta su geocultura y su formación
académica la realizó en la Rusia zarista, y en el primer quinquenio del
experimento soviético, del que debió alejarse por su condición de disidente a
tal punto de pesar sobre el la cárcel y una condena a muerte, que lo llevó al
exilio en 1923. Luego de una breve temporada en Europa se radico en Estados
Unidos, siendo la Universidad de Harvard la base de sus actividades, hasta poco
años antes de su deceso en 1968.
Su dominio del idioma materno, además de
manejar el francés (como cuadra en los intelectuales rusos), el inglés y el
alemán, le permitieron manejar autores de esos idiomas. Su confesión de
católico ortodoxo ruso explica su conocimiento de los Evangelios, y el manejo d
autores, como Scoto Erígena, San Alberto Magno, y Santo Tomas de Aquino, a
quien cita en varias oportunidades. Colijo que los valores que portaba, fueron
bien acogidos por los ambientes estadounidenses de origen católico irlandés y
con reticencias en los ámbitos anglosajones -protestantes que eran las dos
vertientes que nutrían al núcleo dominante norteamericano en la época que
le toco insertarse y en la que le tocó desempeñarse, fundamentalmente en el
Departamento de Sociología de la universidad de Harvard, donde su estilo y su
predica encontró seguidores como Tomas Merton y detractores muy intensos
como Talcott Parsons.
Volviendo, momentáneamente al texto leído,
creo interesante recordar el momento de su redacción y publicación. El
autor compartía lo que ahora se denomina "el estado del arte"
según su cosmovisión, inmediatamente después de la finalización de la Segunda
Guerra, con la obvia resaca de sus secuelas: el horror nazi y el horror de la
bomba atómica. Se acababan de crear las Naciones Unidas. El Estado de Israel no
existía, ni tampoco la China Maoista. Tampoco el muro de Berlín. Y por su
condición de protagonista inicial, tenia una peculiar lectura del experimento Soviético,
y sus consideraciones no estaban influenciadas por la interesada visión
norteamericana de esa cuestión, luego de desatada la "Guerra Fría".
Tenia reservas con las Naciones Unidas,
teniendo en cuenta el fracaso de la Sociedad de las Naciones. Y dejaba
constancia de que sus advertencias no habían sido escuchadas para
prever la conflagración cuya finalización estaba tan cercana a la
redacción del libro.
Desde la perspectiva de este corriente
2009, y con las vivencias acumuladas con el decurso del tiempo, hoy puedo
apreciar cosas que ni por asomo podía siquiera balbucear en aquél 1966. Imaginemos
como habrán sido tomadas por los académicos de la época sus invectivas
contra el supersistema sensorial, del que formaban parte en sus variopintas
expresiones. En realidad en las academias con la discrepancia de entre los
abordajes marxistas y no marxistas, campeaba la "ciencia experimental,
matemáticamente formalizada" como la etiquetaba y no benévolamente, Juan
Bernardo Pichón Riviere, que como Cuevillas era nuestro profesor por aquellos
iniciales años universitarios.
Pero el tiempo inexorablemente ha
transcurrido.
Y con él, nosotros, que como la poesía
de Neruda "Ya no somos los mismos". En los tiempo que corren cuando
los logros de la nueva física, de los que Sorokin tenia conocimiento, a la
fecha de redacción de la obra que intento recensionar, han penetrado
en los mundillos de las ciencias del espíritu, de la conducta o de la
cultura.
Sus consideraciones- que no se
encuadraron, como lo demuestran sus críticos de entonces y ahora, a las reglas
del método hipotético - deductivo; ni se sometieron a las categorías de
pensamiento socialista (las que en el mundo académico dan apariencias de
mayoritarias); reitero sus consideraciones de entonces, tienen un sesgo de
anticipación.
Anticipación de los márgenes de los
comportamientos personales insertos en sus entornos socioculturales, por demás
condicionantes de la trayectoria de cada uno de nosotros.
Cada uno, si tiene la oportunidad y la
disposición de leer esta obra, y dado que lo hará desde sus irrepetibles
códigos interpretativos, sabrá cuanto se identifica o no con sus
contenidos.
Reitero, algo que insinué al principio,
en el sentido que obras como estas permite pasar revista al bagaje de
conocimientos acumulados en la mente de cada uno. Pero claro, esta cada uno
tiene su propio método de trabajo intelectual. Esta lectura refuerza mi
disposición a creer que este tipo de disciplinas, requiere experiencia de vida
para poder extraer conclusiones para ser aplicadas en el comportamiento de cada
personalidad.
Al menos mi capacidad de comprensión a
los 19 años, no es la que tengo ahora que he pasado los 62.
No soy de recomendar la lectura de
alguna obra o autor en particular. De mi trayectoria he percibido que aun con
la mayor cantidad de horas dedicadas al estudio, cada persona sólo puede
acceder a una limitada cantidad de conocimientos.
Si alguno de los que lean esta comunicación,
tiene acceso a este libro de Sorokin, me permito invitarlo a su lectura. Esta
invitación la hago extensiva a cualquier otra obra voluminosa, que este al
alcance de uno. Normalmente comportan un esfuerzo de consolidación por parte de
sus autores. Y sugiero lecturas detenidas, en lo posible varias, y con algo a
mano para anotar sea en una ficha de papel, o un archivo digital.
Un comentario adicional, sin pretensión
alguna de cierre de esta comunicación, es que teniendo en cuenta la gran
disponibilidad en la Red de material en otros idiomas, particularmente en
ingles; por una cuestión ideológica, no se lee en gran parte de los mundillos
académicos hispano parlantes. Mucho se ganaría si dichos mundillos entendieran
que además de los empresarios, los militares y los políticos que no piensan como
ellos; muchos que coinciden con sus concepciones, escriben en otros idiomas,
particularmente en ingles. Y me quedo pensando si esas restricciones
ideológicas, no se extienden a las publicaciones traducidas que dejan en el
camino a otras muchas que no lo son.
Buenos Aires, 5 de Setiembre de 2009