HISTORIA DEL MOVIMIENTO SINDICAL ARGENTINO (Antecedentes
hasta 1943)
Por el Licenciado Alfredo Armando Aguirre
Nota: Publicado en la revista “Movimiento sindical”, de Santa
Rosa, Provincia de La Pampa. Argentina Nº 1; Marzo de
2007.
Para aproximarse a la actual situación del movimiento obrero
organizado argentino, resulta procedente hacer un panorama retrospectivo que
nos permita apreciar la evolución del sindicalismo argentino, haciendo hincapié
en el punto de inflexión acaecido en junio de 1943, fecha a partir de la cual
se producirían eventos que habrían de perfilar- pese a todos los avatares
institucionales- una organización sindical que es reconocida en el resto del mundo
por sus peculiares características.
En la presente comunicación, comenzaremos a describir a
gruesos trazos el acontecer previo a junio de 1943.
Aunque resulta casi perogrullesco, el acontecer sindical es
congruente e indesglosable de todo el acontecer mundial y argentino. Aunque los
puntos de partida en cuestiones como la presente, tienen siempre algo de
arbitrario, a nuestros propósitos podemos sostener que los antecedentes remotos
argentinos del sindicalismo, datan del comienzo de las migraciones europeas al
país, evento que se intensificó a partir de la presidencia Avellaneda (1874-1880).
Fue sobre el final de esa gestión y particularmente luego de la llamada
“campaña del desierto” y la federalización de Buenos
Aires, que Argentina se insertó en plenitud en el orden mundial hegemonizado por Gran Bretaña.
Ya para ese entonces quedaba evidente, sobre todo en Europa,
que las ideas de la revolución industrial inglesa (1760), la emancipación
estadounidense (1776) y la Revolución Francesa (1789), al plasmarse en la
realidad, distaban de los loables propósitos que se plasmaban en los documentos,
e iban proliferando inequidades que se traducían en la explotación de los
asalariados, a los que la ley de la oferta y la demanda, les jugaba en contra.
Ante esas situaciones de inequidad, tan bien pintadas por Dickens en su novela “David Copperfield”,
surgieron respuestas por parte de los asalariados, que comenzaron a organizarse
para luchar por salarios justos y las condiciones de trabajo dignas. De esas
luchas fueron surgiendo al principio sin mucha diferenciación los sindicatos,
las cooperativas y las mutuales. Ello era congruente con el surgimiento de
corriente de pensamiento como el socialismo, el anarquismo, y el catolicismo
social.
Con esas herramientas de lucha en sus precarios bagajes
comenzaron a llegar las oleadas de inmigrantes a la argentina, que obviamente
eran pobres y mano de obra joven. Aquí se encontrarían, en congruencia con el
sistema económico al que adherían los dirigentes argentinos, con las mismas
condiciones de explotación que creían haber dejado allende los mares.
La consecuencia lógica es que con las herramientas de lucha
que contaban(parte de su bagaje cultural), empezaran a
defenderse de las inequidades de la nueva tierra. Por ello no es de extrañar
que los sindicatos recién formados tuvieran nombres extranjeros y que sus actos
y diarios de propaganda se editaran en sus idiomas de origen.
En 1887, se fundaría el primer Sindicato tal cual los
conocemos, la Fraternidad.
Con el advenimiento del siglo, y durante la segunda
Presidencia de Roca, el Ministro del Interior Joaquín V. González promovería la
Creación del Departamento Nacional de Trabajo y la realización del estudio
sobre la Clase obrera en la Argentina a cargo de Bialet
Massé. Cuando uno confronta el Censo Nacional de
1895, ya es perceptible que la actividad económica de iba haciendo compleja y
esa complejidad, comportaba establecimientos con muchos obreros.
Desde 1891, la Iglesia Católica había recogido a través de la
Encíclica Rerum Novarum,
las inquietudes de católicos sociales como Lammenais,
la que se traducirían en la Argentina, en la obra del padre Grote
a través de la Asociación Católica de Obreros.
Sin embargo, el grueso de las luchas sindicales de entonces estarían a cargo de los sindicatos de orientación socialista
y anarquista. Así, en 1904 se elige a Alfredo Palacios como primer diputado
socialista en América, y eran los tiempos de la anarquista Federación Obrera
Regional Argentina, que no descartaba a la violencia como herramienta de lucha.
Las primeras décadas del siglo XX, registran una intensa
lucha obreras y campesinas, de las que se recuerdan entre otras: el grito de Alcorta en 1912, La “Semana Trágica”, de Buenos Aires, en
1919, las luchas en Santa Cruz y en “La forestal” del chaco santafesino, estos
dos episodios llevados a la cinematografía.
Fue la época de la sublevación de campesinos en el sureste de
La Pampa y de las grandes huelgas ferroviarias.
La clase política iba dando respuestas aunque de efecto
relativo a través de Leyes, muchas de ellas impulsadas por los legisladores
socialistas. La memoria colectiva indica que estas leyes tenían poco efecto práctico.
Así: La Ley de Accidentes de Trabajo, la Ley del Sábado ingles, la ley de la silla,
la ley que prohibía el pago en vales.
Durante la presidente de Agustín P. Justo, se produjo la
sanción de la ley 11.729, de empleados de comercio, donde se establecía el
preaviso para los despidos. Esta ley fue celebrada por el Gremio de comercio
encabezada por el entonces socialista Ángel Gabriel Borlenghi.
Hubo otros proyectos en ese sentido, pero quedaron en eso. De algun modo, la
ley 11.729, cuya promulgación fue celebrada por una manifestación en la Plaza
de Mayo, puede ser considerada un anticipo de lo que estaba por venir. En 1930
se había creado la Confederación General del Trabajo, pero hasta entonces, los
sindicatos tenían estatus solo de personas jurídicas y hasta llegaron a ser
declaradas “asociaciones ilícitas”. Un cambio sustancial se operaria a partir
de Junio de 1943.