“2006: ARGENTINA SIN PETROLEO”
Por Alfredo Armando Aguirre
Publicado en el diario “
Suele suceder, que a veces se realizan
anuncios, que pese a tener significativa trascendencia, no encuentran en eco
adecuado en los medios de comunicación. Tal el caso, de la nueva estimación que
se ha hecho de las reservas petrolíferas y gasíferas del país. En fecha relativamente
reciente, a pedido del gobierno argentino, una consultora realizó una estimación
de dichas reservas. Los cálculos, estiman que a los actuales niveles de
consumo, quedarían (14) años de reservas de petróleo, y treinta (30) años de reservas
gasíferas.
Según los entendidos los cálculos
resultaron por lo menos un 30 % inferior a estimaciones previas.
Es decir que a mas tardar en el año
2006, Argentina, de no encontrar nuevas reservas, se quedará sin petróleo. Esta
es una clara invitación, a comenzar a replantearse de manera inmediata, el
perfil energético del país. Al respecto, ha de tenerse en cuenta que el petróleo
motoriza actualmente, una parte importante del sistema productivo nacional.
Sin soslayar el impacto ambiental que
los hidrocarburos realizan. Motores de combustión interna mediante; esbozar un
nuevo perfil energético argentino pasa necesariamente por dos grandes líneas
conceptuales: la optimización del empleo de los hidrocarburos existentes; y la
diversificación de las fuentes energéticas.
Si, de ahora en mas, el consumo de
hidrocarburos fuese más racional es posible que se pudiera extender los plazos
determinados para el agotamiento de los mismos. Las formas de conservación de
la energía son múltiples. El petróleo debiera emplearse en aquellos rubros
donde resulta irreemplazable en término de costos. Así, la petroquímica aparece
como el sector prioritario.
De allí salen los fertilizantes y los
materiales plásticos: Vale recordar que los fertilizantes se origina en los
hidrocarburos gaseosos y son indispensables para mantener el nivel de las
cosechas.
Los plásticos, originados en el petróleo,
debieran ser orientados hacia los productos durables, relegando paulatinamente
los productos descartables.
La reconversión del consumo de los
hidrocarburos líquidos debe apuntar hacia el transporte y el sector energético.
Esto se vincula con el concepto de diversificación de las fuentes energéticas,
sin embargo antes de adentrarnos en este concepto vale consignar las
dificultades de reconversión que representa el sector transportes dada la
complejidad de su estructura. Resulta difícil imaginar un reemplazo más o menos
inmediato de los camiones, los ómnibus y los automóviles. Técnicamente, el
ferrocarril y el barco podrían suplir en gran parte al automotor. Mas los
intereses creados por la industria automotriz existen y son poderosos.
El subsector mas difícil para reemplazar
el empleo de hidrocarburos líquidos es el de la navegación.En el caso del
transporte automotor la generalización incipiente del gas natural comprimido (GNC)
posterga la cuestión pero no la elude.
Conocidas desde décadas atrás las
limitaciones petroleras del país, están estudiadas y en parte realizadas, otras
alternativas energéticas. Ello es particularmente cierto en el campo de la
energía hidroeléctrica. Durante mucho tiempo se tuvo a la energía generada por
las caídas de agua, previamente embalsada, como una suerte de panacea. En esa
orientación se erigieron grandes represas e el mundo y en el país.
Recientemente han proliferado argumentaciones ecologistas, en el sentido que
las grandes represas deterioran el medio ambiente. Atento a ello se sugiere la proliferación
de micro represas.
En Argentina ( en algunos casos
conjuntamente con países limítrofes) se han construido represas como: Embalse Río
Tercero, Los Molinos, Escaba, Cadillal,
Florentino Ameghino, Cabra Corral, Carrizal,
Los Nihuiles, Los Reyunos, Chocón -
Cerros Colorados, Alicurá, Río Grande,
Salto Grande, etc.
Como grandes proyectos hidroeléctricos
pendientes restan: Paraná Medio, Río Santa Cruz, en alguna medida Bermejo,
Corpus, Garabí, y Roncador.
La concreción de estos proyectos daría
respuesta a parte de las demandas futuras de energía, pero está pendiente le
estudio del impacto ambiental que se realicen al respecto.
Entra las otras fuentes energéticas
conocidas: nuclear. La biomasa, la solar, la eólica, y la tracción a sangre
animal.
La energía atómica, no es de aceptación generalizada,
dando dudas en su seguridad. Los accidentes de Three Miles (Estados Unidos)
y Chernobyl (ex Unión Soviética), dan
pie a los objetores de este tipo de energía.
La energía proveniente de biomasa,
parece ser la más diversificada: residuos orgánicos, deposiciones humanas y general,
cereales, camalotes, etc. La energía solar no requiere demasiadas explicaciones
y la energía eólica aumenta sus posibilidades conforme la intensidad de los
vientos existentes.
La tracción a sangre animal, con
posibilidades específicas en el transporte y en el trabajo agrícola, amplia sus
capacidades conforme a mejoramientos energéticos y a nuevos materiales.
Afortunadamente, el desarrollo científico-
tecnológico de las últimas décadas ha ido preparando una amplia batería de soluciones
sea en el campo de la optimización de la energía, como de las fuentes
alternativas de la misma.
En función de la configuración geográfica
argentina, puede arriesgarse la hipótesis que hay respuestas energéticas
diversificadas para cada zona o región del país.
Atento a que esta reconversión energética,
se da en un contexto institucional de transferencia a los particulares de
actividades otrora desempeñadas por el estado, será la actividad privada en sus
múltiples manifestaciones, la que habrá de encarar descentralizada y
creativamente, los nuevos desafíos energéticos. (Terminado de redactar el 8 de
abril de 1992)
Publicado en el diario “